Críticas

AGUSTIN DEL ROSARIO
Matutino – Panamá
8/6/79

A través del Espejo

Pese al tiempo transcurrido entre una y otra, cada nueva muestra de Alicia Viteri pareciera darnos un resquicio distinto, a partir del cual o desde el cual, podemos extender nuestra vision sobre el mundo y sobre los seres humanos que habitan esa realidad suya y nuestra. Si algo se acrecienta en su obra, obra que desde un primer momento sostuvo un nivel en Panamá, es ese poder de sugerencias y ese nivel otro de crecimiento emocional por parte de alguien que pareciera, definitivamente, ir en un rumbo creciente de identificación con eso que se denomina como “creación artística”. Es el suyo no el caso de quien trata a diestras y siniestras de hacerse notar en el medio como creador. Es el suyo sí el caso de quien responde, siempre, con un conjunto de obras que, como toda obra válida a nivel artístico, responden por ellas y en ellas mismas. Cualesquiera opinión, punto de vista, comentario, que sugiera el conjunto, es solamente un complemento de ese mismo conjunto. No es algo que arrojará luz, verdad o mentira sobre el mismo. Su obra, insistimos en ello, en ella misma respondería a cualquiera de los interrogantes que manifestara el observador. Y esta es la misión humana de todo buen Arte que por bueno termina siendo gran arte. No tiene, no necesita, no solicita, intermediario entre la obra y quien participa en ella, como observador. Ambos pueden comunicarse sin una palabra a favor o una palabra en contra, proveniente de sus exterioridades.

Estos dibujos y estos grabados suyos en El Sótano de PANARTE, son desde ya, una oportunidad de encuentro con un tipo de arte, transcendental y altamente humano en un medio creador en donde la intrascendencia pareciera ser la fuente de inspiración más solicitada al tiempo que mejor remunerada, económica y emocionalmente. Cuando el observador pasa frente a una realidad como “El Guardián” o bien “Mensajero” o bien “La Señora” o bien “Tendederos” está pasando ante un momento de contemplación que jamás le sera restituído dentro de la importancia humana que, en ese momento, tiene para él. Alicia Viteri posee no solo el dominio pleno de una técnica –de qué sino se trataría en este caso- sino que la pone en servicio de esa realidad interna suya y de esa visión lo suficientemente inspirada, como para hacer “real” algo que solamente es “real” para ella y no para los demás.

Es esa oportunidad de comunicación que conlleva la creación artística pero que pocos, muy pocos en verdad son capaces de insertar en la obra. Y no se trata de que tanto el creador como el observador entiendan los elementos de una sintaxis pictórica. No se trata de ello. Sino que Alicia Viteri posee esa extraña particularidad, extraña por escasa, de hacer real una intuición que a su vez podría ser aprehendida por cualquier observador de su creación artística. Y este es un punto que, a lo largo que avanzamos en medio de la plástica local, pareciera quedarse atrás, cada vez más y más. Por ello, estas notas, a través del espejo, para Alicia.

,

BERTALICIA PERALTA
Diario CRITICA – Panamá
3/6/79

En “El Sótano” de PANARTE Alicia Viteri expuso dibujos y grabados de una calidad, gracia y arte pocas veces vistos en Panamá. Una obra de un realismo sorprendente, con una calidad técnica impecable y sobre todo una temática que nos induce a repensar nuestras actitudes y los personajes que nos rodean en nuestra vida cotidiana. La exposición de Alicia Viteri invita a una segunda y tercera visita. Nos seducen esos dibujos que trascienden un momento y nos siguen y nos acompañan luego a la calle, al trabajo, y vuelven a remitirnos a una obra plena de ternura, de humanidad, de una vitalidad esplendente.

El espectador, quiera que no, debe remitirse a sí mismo, una y otra vez. Y debe remitirse también a tanto dibujo expuesto claramente por otros artistas que parecieran crear solamente por el afán de lucro. En Alicia viteri volvemos a encontrar el eterno afán de la creación maestra, del oficio permanente, de un talento puesto al servicio de una estética firme y consecuente.

,

MANUEL MEJIA
El Comercio. Quito – Ecuador
Enero 1980

Sorprendentes por más de un motivo los trabajos de Alicia Viteri. Y no menudeamos gratuitamente el término sino que responde a lo que la artista muestra y a la evolucion sobrevenida.

Alicia, lo sabemos, es buena dibujante y grabadora. Sensible y enamorada de lo que hace. Cuidadosa y
responsable de su obra. Pero la nueva bondad de su trabajo supera fácilmente esos límites en un doble nivel: lo estríctamente artístico y lo señaladamente técnico. En lo primero, ha cambiado las determinantes temáticas de manera sustancial; su obra anterior era una resultante introspectiva, morosa y angustiante a un tiempo, donde los mundos de los insectos y de las manos coparon dominantemente una expresión que alcanzó sutiles grados de interioridad y rastreo personal. Hoy, sus temas se abren al mundo, a la observación visible, al acontecer cotidiano. Renunciando a la restricción temática, sus visiones de un autobus con pasajeros, la concurrencia a un entierro, los interiores de las clásicas y soleadas casas panameñas con sus vivencias bulliciosas, o la pertinaz observación de una mujer casada, de un anciano, de un perro orinando, cargados de una marcada ironía que no elimina el sarcasmo ni desecha el mejor humor, son imágenes vibrantes que ella ofrece con la sobriedad acostumbrada, a la que es innecesario el detalle o superflua la exageración.

Inclusive en su autorretrato ese humor está presente, y es que, comprendiendo la riqueza del entorno y las posibilidades de exploración que determina, Alicia ha sabido desembarazarse de lo intimista y personal para volcarse a una nueva realidad que se vincula más con su espíritu. El suyo es un espíritu inquieto, voluntarioso y sagaz, que hace de la vision rutinaria y cotidiana una imagen artística.

En lo segundo, esta artista ha superado, con creces, sus anteriores entregas. Su línea flexible, fluída y sin embargo directa, que desecha el arabesco o el grafismo minucioso, sustenta un dibujo donde la dinamia expresiva alcanza un grado comunicador inusitado; dibujo firme el suyo, con pulso de seguridad reconocida a partir de la plena conciencia de lo que se desea expresar, que sintetiza una visión donde las formas celebran su juego cotidiano en el ambiente-espacio, preñado de valores del orden de lo real y de lo onírico, pero donde, también, lo inmediato prevalece contra la euforia de la fantasía.

Prescindiendo del color, Alicia extrae claroscuros y grises que son elementos conjugantes entre los blancos y negros dominadores que afirman la visión como la desmenuzan, pero que en todo caso son valores de un equilibrio vital en estos dibujos. De igual modo su trabajo en los grabados es altamente meritorio por serio, por agudo y por formalmente bien hecho, explotando las habilidades de esta técnica y de su talento creador. Aquía también, la suya es una labor minuciosa y rica, donde ha sabido explotar las figuras y el ámbito inmediato de las mismas, utilizando el color en tonos leves que afirman la trascendencia de lo que se expresa.

Obra reducida es la que nos ha mostrado, más obra densa por su buen hacer y por su mejor decir, que señala un indiscutible avance frente a logros anteriores, y que perfila con nitidez sin titubeos lo que debe esperarse en futuras presentaciones.