Críticas

HERNAN RODRIGUEZ CASTELO
El Comercio. Quito – Ecuador
Julio 1975

Un alucinante mundo kafkiano trasladado a la forma plástica con idoneidad, revela a Alicia Viteri como una pintora de motivaciones profundas y de técnica precisa. La pintora colombiana está exhibiendo en la Galería Artes una serie de grabados y dibujos. Este primer contacto con el público ecuatoriano ha sido, sin lugar a dudas, impactante.

La obra de Alicia Viteri es un vehículo sincero para exteriorizar una realidad interna, rica en problemas ontológicos. Es una disección inmisericorde del espíritu. Un mundo instrospectivo al que da miedo asomarse sin las armas firmes de la razón.

Una realidad óntica invadida por los monstrous del alma que, en el caso de la pintora Viteri son insectos, como en el caso de Kafka. Los insectos invaden el espíritu, el cuerpo, las cosas, la realidad del hombre hasta que éste, poco a poco, se metamorfosea y asume la identidad del ente que lo invadió, del insecto. Esta identificación, que se inicia en la mente, concluye invadiéndolo todo. Más cerca está Ionesco, cuyo elemento para la metamorfosis y la masificación, es el rinoceronte.

Emergida de ese mundo alucinante, de ese mundo recóndito y auténtico donde habitan los monstruos del hombre, Alicia Viteri estructura un arte personal, vigoroso y valiente. Ella misma ha titulado de Autorretrato a la muestra, quizá haciendo alusión a la autenticidad y la sinceridad de su vision de la realidad.

Además de su fuerte motivación ideologica, la obra de Alicia Viteri tiene una estructura formal idónea. Es una pintora que conoce el oficio. Sus dibujos específicamente adquirieron un patente realismo frente al espectador. Esa técnica ha sido adquirida a través de una larga observación del mundo circundante y de una práctica exigente de su arte, como ella misma lo manifiesta: “ El artista, para estructurar su conocimiento y depurar su técnica, se basa en el análisis correcto del mundo que lo rodea, en la práctica constante de su oficio y en la reacción del espectador frente a su obra”. 

 

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ANTONIO MARTINEZ
El Espectador – Bogotá, Colombia
1971

Alicia en el mundo de los Insectos

Alicia Viteri ha presentado en la Galería Belarca una serie de dibujos, integrando en difícil composición el organismo de los insectos con el organismo humano, obteniendo lo que podría llamarse la “estatura insectívora” de ciertos individuos a quienes parece expresamente dedicada su obra. Esta es, naturalmente, una interpretación personal en razón de lo cual poco dá que la artista sea conciente o inconciente de ello. La exposición de Alicia Viteri es a la vez individual y colectiva: lo primero, porque a través de los ojos de la artista se plasma plásticamente una realidad que ella dibuja; lo segundo, porque esa realidad es el espectáculo vivo del esnobismo que revolotea alrededor del mundo del arte y en especial del arte pictórico.

Poco nos importa si la artista haya leído a Kafka o sea apasionada admiradora de Brueghel. Lo que sí interesa en este caso es la forma en que ella se burla de los parásitos heterosexuales que acostumbran a discursear frente a cualquier expresion artística y cuyo único objetivo es hacerse conocer en el mundillo del chisme a través de los éxitos ajenos.

Se burla además de toda esa horda de pseudo-artistas, copiones faltos de originalidad, verdaderos representantes del eclecticismo vulgar, quienes junto con los anteriores conforman el lastre del movimiento artístico colombiano. En esta burla alcanza dimensión crítica la exposición de Alicia Viteri y en este sentido se revela con un contenido de avanzada. Es saludable para el movimiento artístico que una pintora joven se dedique a limpiar a su alrededor. Sin embargo creemos que la crítica debe hacerse extensiva a más amplios sectores sociales y comprensible así mismo para el grueso del público, permitiéndonos a quienes gustamos del arte señalar masivamente la podredumbre de nuestra sociedad.
Esta vision crítica está ligada indisolublemente con la calidad del dibujo de Alicia. Entre tantos “pintores” que no tienen la menor idea del dibujo, se destaca la laboriosidad y seriedad de esta primera etapa de la pintora de Pasto.

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GUILLERMO TRUJILLO
Catálogo Panamá
Diciembre 1972

Si Alicia en el país de las maravillas fuese una medalla, yo diría que la otra cara podría ser Alicia Viteri y su mundo de insectos.

Alicia Viteri, colombiana, nacida en Pasto, en el interior de ese país de climas tan diversos, de macondos y Garcías Márquez, sierras, selvas y mares, ha venido a vivir con nosotros una temporada y en su equipaje ha traído para horror de algunos y admiración de otros, una serie de dibujos y grabados poblados de un maravilloso mundo de
insectos, bellos y amorosamente dibujados, con esa magia que el buen artista insufla cuando se hace verdadero arte.

Cuantas veces me he asomado a sus trabajos, he sentido esa afinidad con un Jerónimo Bosch actualizado, o el surrealista mundo kafkiano, con un sabor a trópico mágico o de un mundo lunar que hemos soñado, en donde sus insectos se convierten en seres humanos, calurosos, agresivos, terríficos y amorosos, al mismo tiempo.

Sus grabados, algunos de aterciopelados negros, de ocres, verdes o sepias muy sutiles, son de tal fuerza, que el espectador conocedor queda subyugado por ese refinamiento de su manera de hacerlo, de su oficio o técnica de grabar. Cada copia da la impresion de frescura y facilidad de ejecución y ello borra así la imagen de esos seres que se destruyen entre sí y que se asemejan tanto al hombre actual que ha confundido la evolución con la destrucción y muerte de sus semejantes.

Estamos pues ante la presencia de una gran dibujante. De una gran artista del grabado.

Enhorabuena, Alicia.