Críticas

ART SPEAK New York
Will Grant

Gente como trágicas flores

Uno puede ver en las pinturas de Alicia Viteri, en INTAR Hispanic Art Center, 420 West 42 Street, hasta Octubre 17, una mirada de la vida y de la gente que, infortunadamente, parece avinagrarse. En su mural-instalación de 6 paneles en blanco y negro, sus personajes caminan por las calles, demonios aliados con repulsivas intenciones eróticas. Hay algo de la actitud de George Grosz, mas no exactamente el estilo. La joven pintora panameña es una eficiente caricaturista, una dibujante capaz de emplear línea y ritmo para crear movimiento. Además, es alguien que sabe cómo manipular la luz.

Los pequeños bocetos en blanco y negro de su serie “Funerales” se acercan a un sentido Goyesco. Uno piensa en la Divina Comedia de Dante, pero evidentemente aún no ha llegado al Paraíso. En uno de los grandes óleos en color de su serie “Carnavales”, una escultural bailarina en primer plano contrasta con la gente “azul” del fondo.

Cada serie amplía y muestra la capacidad de la artista. Alicia Viteri proyecta un poderoso mensaje del destino del hombre, mostrando la causa en la incansable y propia naturaleza cruel del hombre.

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Si Ud. se detiene ante el mural tal vez se sienta contemplando un enorme
dibujo que está en deuda con la pintura, entonces seguramente mirará las
pinceladas, se cuestionará sobre su proceso. También se dejará seducir
por el manejo de las luces, por los tonos plateados que de ellas emana,
recordará a Goya, reconocerá uno que otro rostro, y también es posible
que encuentre uno casi idéntico al suyo.

Alicia Viteri quiere que sus personajes cobren vida a través de los
movimientos del espectador, que cada uno de ellos como personajes de la
multitud, comience a hablar a partir de nuestra presencia, es decir que el
arte rompa los ámbitos del arte y se inserte en los ámbitos de la vida.


Marta Rodríguez. Bogotá. 1997

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La mirada inquisidora del arte los penetra en su miseria y en su vacío
interior. Bacon y Ensor como en una continuidad, pero más sombríos,
grises y cadavéricos, con lo trágico acentuado por la casi ausencia de
color, desvitalizado en las mezclas con negros y tierras oscuros, con
fantasmales blancos en las luces.

Los grandes contrastes de valores y formas grotescas, sirven a un
propósito literario : señalar a una sociedad decadente que desfila
incesantemente en ceremonias maquinales en las que la alegría y la
tristeza tienen el mismo ropaje, como fantasmas de una época muerta.

 

Juan Bujan. New York .1986

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En un momento sentímos que estábamos viviendo un sueño, o una
pesadilla. Era de todas maneras un espectáculo surrealista , porque tal
vez esa pintura – tan aparentemente real y que proponía una fiesta-
estaba más allá de la presente. No era una fiesta solamente lo que la
artista escribía sobre el telón. Era también un entierro y todos ,
confundidos con esas figuras que los atraían mágicamente, se integraron
y pasaron a ser parte de la obra.


Maritza Uribe de Urdinola. Cali. 1985

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ESPACIOS PICTÓRICOS ALICIA VITERI

La obra de Alicia Viteri, desde sus inicios en la década del 70 hasta su producción de los 80 que incluye la serie del Príncipe Próspero, puede verse como un totalidad cerrada en la que cada una de las etapas conduce a la otra y al interior de este proceso, en el que los insectos se fueron trasmutando en seres humanos para finalmente convertirse en los personajes de un cuento, el mural se plantea como uno de los momentos más decisivos de dicha metamorfosis.

La muestra que actualmente se presenta en Bogotá, tal como está concebida, destaca por una parte el valor del proceso y por otra, plantea la posibilidad de propiciar otro tipo de recepción más participativa por parte del espectador. Uno de los propósitos de esta exposición es que el mural se convierta en el paisaje del público, de manera que quien lo observa se convierta en un personaje más de esta danza de la vida que es el producto de una exploración que ha realizado Alicia Viteri acerca de la condición humana, investigación que está en deuda con la literatura fantástica y terrorífica de Poe y Lovecraft. Esta participación se logra a través del recurso sonoro, del manejo de las luces y por la escala de la obra, elementos que contribuyen a crear una atmósfera que rebasa la condición bidimensional del dibujo y la pintura, atmósfera que involucra al espectador con el funeral y el carnaval que se representa en la gran tela, donde el dolor y la alegría se constituyen en los temas centrales.

Acerca de la conexión entre la obra de Alicia Viteri y la condición humana, se ha escrito abundantemente y el espectador puede percatarse de ello a través de los numerosos artículos que se han surgido en torno al mural que ha viajado por algunos lugares de Colombia, así como se ha exhibido en Quito, Panamá y New York. Estos comentarios permiten a aquellos que aun asocian a Alicia Viteri con los insectos que marcaron toda una época en esta ciudad, comprendan como las mosquitas, los cucarrones y la hormigas se han metamorfoseado en extravagantes personajes que deambulan por los ritos de la muerte y que frenéticamente danzan en la fiesta del carnaval. Sin embargo es la primera vez que el mural se muestra en Bogotá, de manera que parece conveniente presentar esta obra a un público nuevo que deambula entre los Salones Nacionales y por exposiciones que cada vez muestran menos pintura, muy poco dibujo y aun más escasa obra gráfica.

Por esta razón es preciso recalcar los objetivos de esta exposición que, como comentábamos, busca hacer visible el proceso e invita al público a entrar en contacto directo, de una forma vivencial a través de su propio cuerpo, con la pintura mural. Esta obra fue concebida y construida durante los primeros años de la década de los 80, de esta manera, si se mira su trayectoria, se hace evidente que Alicia llega a estos propósitos a través de un proceso plástico que se ha cimentado a través de una ardua investigación en el campo de la gráfica y de una búsqueda en el terreno de la pintura.

Los bocetos que hoy se exhiben al público muestran como el manejo del pincel permite una liberación en el campo del dibujo y a través de esta espontaneidad expresiva el énfasis recae sobre el proceso de dibujar, sobre la intención de aprisionar una determinada atmósfera, más que en la descripción detallada a la que Alicia Viteri nos tenía acostumbrados. Estos pequeños bocetos, sin duda se constituyen en una de las piezas más interesantes de toda su producción y son los que hacen posible la existencia del mural. Alicia se acerca a la gran tela con el propósito de dejar una huella del proceso del dibujo, del trazo espontáneo que atesora y preserva el momento de su elaboración. Pero también es muy consciente no sólo del proceso de dibujar sino del proceso que se ha llevado a cabo a lo largo de un década en la que el arte y la vida tomados de la mano han dejado numerosos testimonios. Es así como Alicia Viteri concibe una muestra que de cuenta de ello, una muestra conformada por los bocetos, por los estudios previos que tienen tanta importancia como el resultado final. De esta manera también se incluyen algunas obras pictóricas que actúan como una especie de close up cromático que revela las intimidades de esta enorme muchedumbre donde reconocemos a la Zonian y la vedette, a Pedro y María, a la señorita Pura, a la madre y la hija y a tantos otros personajes que nos resultan sumamente familiares, pues se parecen a otros tantos que conocemos y es aquí donde juega un papel muy importante aquello de la condición humana.

De esta manera el boceto se agiganta, de los escasos centímetros que miden los cartones pasa a ocupar 7 x 3 mts. de superficie y la causa de su expansión obedece a que la tela quiere rebasar los límites de su bidimensionalidad, quiere abarcar el ámbito de la experiencia corporal, sensorial y perceptiva que opera en la vida cotidiana del espectador. Alicia Viteri quiere que sus personajes cobren vida a través de los movimientos del espectador, que cada uno de ellos como personajes de la multitud, comience a hablar a partir de nuestra presencia, es decir que el arte rompa los ámbitos del arte y se inserte en los ámbitos de la vida.

Si Ud. se detiene ante el mural tal vez se sienta contemplando un enorme dibujo que está en deuda con la pintura, entonces seguramente mirará las pinceladas, se cuestionará sobre su proceso, pensará acerca de las dificultades que enfrentó la artista al hacerlo y juzgará los logros del mismo, también se dejará seducir por el manejo de las luces, por los tonos plateados que de ellas emana, recordará a Goya, reconocerá uno que otro rostro, y también es posible que encuentre uno casi idéntico al suyo. Si Ud. asiste el día de la inauguración, el mural será su paisaje, entonces su voz confundida con la de la multitud se fundirá con las voces que acompañan al funeral y con los cantos del carnaval que en la tela chocan y finalmente se entrelazan. Pero cuando Ud. observe la imagen de video que una cámara imperceptible capturó mientras todo esto sucedía, Ud. se dará cuenta que Alicia Viteri ha logrado su cometido, porque Ud. no podrá saber donde termina la tela y donde comienza la vida.

 

MARTA RODRÍGUEZ
PROFESORA UNIVERSIDAD NACIONAL

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Cuando Alicia Viteri realizó su muestra en el Museo de Arte Moderno “La Tertulia”, la primera sorpresa que se llevaba el espectador era sobre lo que estaba sucediendo en la Sala Alterna. ¿Se trataba de uno de esos acostumbrados happenings que tanto desconciertan a los espectadores no iniciados en esta manifestación del arte?.

El caso es que de pronto una verdadera multitud giraba al compás de un sonido en el cual se mezclaban los ritmos tropicales, las voces de los pregoneros, las estridencias de los carros, en fin, todo el ruido ensordecedor de los centros urbanos. Los asistentes tomaron un aspecto casi fantasmal por el efecto de las luces, mimetizándose con el enorme telón en el que Alicia había descrito un alucinante carnaval. Alienados en verdad estaban todos los que en un momento compartieron su presencia en un acto de participación – sin que la artista lo buscara conscientemente – pero lo cierto es que “el carnaval” no terminaba donde terminaba la pintura. Había otro con figuras vivientes, no inmóviles. Sino que surgen, retoman, desaparecen y se convierten en un remolino magnético. En un momento sentimos que estábamos viviendo un sueño, o una pesadilla, era de todos modos un espectáculo surrealista, porque tal vez esa pintura – tan aparentemente real y que proponía una fiesta – estaba más allá de la presente. No era una fiesta solamente lo que la artista escribía sobre el telón. Era también un entierro y todos los que, confundidos con esas figuras que las atraían mágicamente, se integraron y pasaron a ser parte de la obra.

De ahí la enorme fuerza de su pintura especialmente en estos telones, en donde no usa colores violentos sino únicamente los blancos y los negros que, con el efecto muy bien logrado de las luces, aparecen como si se tratara de un gran muro multicolor.

Los espectadores fatigados por la excitación bajaban a la Sala donde se exhibían sus dibujos y grabados y se encontraban de repente con la otra artista. Depurada, castigada, en un dibujo que destaca la destreza en su manejo. Esas figuras de mujer, que podrían ser autoretratos, son una clara demostración de la capacidad de Alicia Viteri para desenvolverse con profesionalismo en cualquier medio que elija para expresarse. Desde su inicio con los grabados kafkianos de l primera época se adivina la maestra en la cual habría de convertirse después. Una maestra, especialmente cuando se trata del manejo del claroscuro y de los grises.

Sin embargo, existe un común denominador entre sus telones gigantes y sus pulidas obras de menor formato. Es algo irónico, sutil, tanto en los insectos como en los rostros de esas mujeres que parecen resguardarse del análisis. El mundo de alguien poseedor de una gran riqueza interior del cual nos da una pequeña muestra con los lápices o el buril y que suelta sus amarras cuando se decide a contarnos que la vida es el carnaval que precede a la muerte y que ”todo no vale nada y el resto vale menos”.

 

MARITZA URIBE DE URDINOLA
Presidenta, Museo La Tertulia. Cali
1985